Aquella noche de sábanas azules
El cristal no sirvió de cortina
Atravesaron los rayos de la luna y
Alumbraron entero nuestro cuerpo escarlata
Entre estrellas y mundos desconocidos
Bebí el néctar de un amor solo nuestro
Tu enamorado,
Yo desvaneciéndome en la incendiada yema de tus dedos
Compartimos fuertes olas de mar embravecido
En la delicada profundidad de nuestra piel mariposa
Viajamos de luna en luna
Abrazados por la pasión de un mismo fuego.
En la aurora naciente de un nuevo día
La fuerza del amor volvió a ser un delicado deseo
El día se volvió noche y
Nosotros fuimos nuevamente un solo cuerpo.
Septiembre, 21 del 2018