Nieve cubriendo los campos,
de pura nácar de nata.
Cristalinas alegrías,
sobre los tejados blancos .
Bordados con filigranas,
realidades ambarinas.
El frío del corazón,
parasita las verdades.
Calor reclama la vida,
que caliente la razón.
Frío reclama el dolor,
para apaciguar la herida.
Entre dos necesidades,
busca el que siente el amor.
La verdad que le sostiene,
y el sentir del corazón.
En buena lid se debaten,
para abrazar a las dos.
Van cambiando de color,
los deseos escondidos.
Ora blancos como el lino,
a veces como el tizón.
La luz penetró sin mácula,
atravesando la vida.
Iluminando cada órgano,
que alimenta su deriva.
Cauterizando los bordes,
de la febril carne viva.
Como rayos de cordura,
matizados de locura.
En el filo de la idea,
tambaleándose la vida.
Esperpénticos viajeros,
bailando sobre la cima.
Sigue cayendo la nieve,
con la verdad cristalina.
Como soldados de nácar,
en la batalla perdida.
Los copos siguen cayendo,
como lirios que palpitan.
De espuma blanca los montes.
De blancos besos las vidas.
Sembrando los manantiales,
con su verdad ambarina.
Vistiendo de boda el mundo,
con su capa de alegría.
En los sueños de colores,
de la nostalgia vivida.
Van licuándose los copos,
de la nieve de la vida.
Los amores enfundados,
de camisas oprimidas.
Con los pálpitos del mundo,
soñando que son eternos,
como la noche y el día.
Blanca la noche se tiñe,
de negro se viste el día.
La nieve cubre el aliento,
para no quemar la dicha.
Cada copo es un momento,
que cae sin pausa y sin prisa.
A.L.
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