La belleza y tú.
Cuando decidí amarte, también decidí que nadie iba a decidir por mí. Fui yo el que decidió crearte un sueño y exigirle a la belleza que ante ti cayera al suelo. Decidí ir por la musa y dejar la poesía, concretando la inconclusa y breve historia mía.
Tú no inventaste la belleza, la belleza te inventó a ti, pero si tú la hubieras creado, ella sería aun bella... sería aun más bella si tú la hubieras inventado: creada por ti la noche, por ti los sueños creados: ¡qué magia nos da la vida al dar un beso en los labios!
La belleza y tú: un beso en los mismos labios, un verso en el mismo poema, sentimiento que tú has brindado para el mismo hombre y poeta. Nuestro amor quedará en la historia como la más dulce y heroica que recuerden las memorias.
De mí, yo no digo nada. De ti, yo lo digo todo: estrellas de tu mirada que cada noche yo robo. Palabras... ¡qué bellas son las palabras que viajan del pecho al alma!
...Y así, contra viento y marea, el poeta no escribe y crea... crea la que, hasta ahora, es la musa más dulce y bella.
A Claudia Jara.