El adivinador que seguía y perseguía a esta clase del mundo artístico, porque Christian Polon era un científico locutor muy famoso y exitoso. Y éste adivinador era un viejo muy sabio que sólo quería hacerse rico con el método de Leónfilo y de Christian Polon. Llevar a invento y patentar a su nombre. Entonces, el adivinador que acaba de hablar con Leónfilo, en la noche anterior decidió no contar a nadie sobre todo ésto, porque sólo quería ser rico y cómo lo ha de conseguir, pues, con el invento de Leónfilo. El adivino llamado Frederich sólo quiere hablar por el transmisor y saber que es gran invento universal. Leónfilo no sabe todavía quién era él se cree que Leónfilo cree que es Christian Polon y es el adivino. El adivino llevaba como varios años siguiendo a Christian Polon desde su vida privada como pública. Sabía todo de Christian Polon. El adivinador concluyó y perpetró una enmienda y una encomienda con el artefacto del cura Leónfilo. Leónfilo continúa en su habitación creyendo que esa voz era la de Christian Polon, y aún así sucumbió en trance imperfecto, cuando quiso indagar más sobre ea voz y le siguió el juego de las palabras y de las letras. Y le decía también cosas importantes y más aún de Dios. Y él yá estaba cayendo en un precipicio auténtico y real, como por aquella vez que empezó a sucumbir en un misterio y la incógnita de saber cosas de Dios que para él Leónfilo eran cosas nuevas y verdaderamente reales y que tenían coherencias. Y se fue por el camino entrando a una psicosis casi real, como inventando lo que es casi fantasioso hacia la realidad. Y sentado al filo de su cama en su habitación quiso ser más que Dios, cuando le hizo nuevamente aquella pregunta y él mismo contestó casi lo mismo, y se dijo éste está más muerto que yo. El frío tan álgido congeló todo el suelo y más aún los cristales de las ventanas de la iglesia y más aún nevó como nunca antes. Desde que el cielo quiso entregar toda su nieve. Y sucumbió en un trance lo que aconteció todo aquello con el frío nevado entre los arbustos y demás suelos en la parte de enfrente de la iglesia. Y, por demás, cayó otra tormenta de nieve con sus truenos y rayos y centellas en un cielo cuando se dió la tormenta más impetuosa que soslayó y yace en penas y dolores. Cuando se vió toda la nieve en un además tan frío como aquel invierno que fue la temporada más alta entre aquel equinoccio. Y Leónfilo cayó en un trance tan nefasto como el tiempo sin destino ni más fuerzas que se deleitó en aquel invierno que perpetró en un sólo instante. De decir que era una vez lo que el tiempo quiso dar y entregar un tiempo en el cual estaba Dios tan descontento y tan triste como aquel arlequín en el escaparate. Y se identificó el cuerpo en Europa, era el cuerpo de Christian Polon, el locutor científico que seguía una prehistoria, una convicción y más aún una investigación universal. Que sólo decidió en que se guarda el tiempo como un torrente de nieve en occidente. A Kira, la asignaron a investigar otro caso, igual de importante que el del cura Leónfilo es por eso que el cura no la vé más. El cuerpo sin vida de Christian Polon, yacen en la morgue tan fría como aquel cuerpo sin más que respirar aliento de vida. Leónfilo era demasiado inteligente, se decía el Negociado de Crímenes de Europa. Leónfilo, quería estar presente, en Europa, en su hogar en su casa, en su nación original donde él nació, vivió y creció. Pero, él creía en su corazón y extrañaba mäs a su hogar con el calor humano de los feligreses de la iglesia que él visitaba y en que rendía la misa dominical precisamente los domingos. Él, Leónfilo, quería estar allí presente, en su iglesia con el calor que nunca había querido dejar por un frío tan perenne como tan efímero que soslayó en el tiempo. Como una manera de extrañar lo que ocurre cuando se da la manera de ser. Él, Leónfilo cree que es inocente cuando es culpable de todo lo que ocurrió en un pasado tan corto como retroceder en el tiempo. Y quiso ser como todo un Dios, cuando el adivinador, otra vez, abrió la línea entre Leónfilo y Christian Polon, y decidió conversar, otra vez, con Leónfilo, ninguno ha dicho nombre, o sea, que ninguno sabe que quién es quién. Aunque el adivinador sabe el futuro y todo, lo engaña más que él Leónfilo al adivinador. Y suspira, otra vez, Leónfilo, en un cometido y vulgar desenlace desmayado entre lo absurdo de la comedia que vivía con esas voces. Y él, Leónfilo, dice que siente desde su interior lo que acontece aquí. Mientras que en Europa, investigan el vil y sanguinario suceso en el cuerpo de Christian Polon, y le efectúan una autopsia, como es evidente en el particular de estos casos. Leónfilo, le pide a esas voces que por favor que, lo dejen solo y aparte, para poder hablar con él mismo y con su Dios. Y ora, otra vez, hace su oración solo y en soledad, y pide que si es culpable de ese horrendo crimen que su Dios no lo deje solo ni lo desampare. Desde que él siempre quiso ser un cura dedicado en cuerpo y en alma a su único Dios. Y él en su máxima exponencia se dejó amedrentar por esas voces que lo perseguían. Y más aún saber que el delirio es entregar y con todo frío el percance de saber que aún se cosecha aquí lo que ocurrió verdaderamente entre Leónfilo y Christian Polon. Y Leónfilo quiso hablar con Dios, y lo logró, supo que al corazón no se engaña.
Continuará…………………………………………………………………………………