Jordi Etresi

Memorias de un corazón ambulante

Se decía que ella tenía un corazón ambulante, encerrado en una jaula vacía, a la vida siempre sonreía, pero por dentro siempre moría.

 

No era la mujer que necesitaba un hombre, era la mujer que un hombre necesitaba, apagada por dentro viva por fuera, con la esperanza de poder amar a su manera.

 

Sazonaba su mirada con el toque justo de sal, así quedaban saladas sus lagrimas,  aquellas que el recuerdo no pueden borrar.

 

Maldecía su corazón errante, su maldita manera de sentir, enfermedad de su amor pensante, quería al menos vivir. Agonizaba hasta la muerte, solo quería sonreír, prisionera de sus labios ardientes, buscando el suero de su exilir. 

 

¿Que daría por su verdadero amor?...un poema, una canción, una fragata llena de pasión, también un mapa directo al corazón.

 

Pobre corazón ambulante, tan grande y tan constante, al otro lado del mar siempre la amará su hombre distante, esperando que el destino cumpla con su ansiado romance.

 

De ella vivía un hombre que con sus escritos escribía, siendo su musa, su inspiración y su agonía, contándole al mundo lo que por ella sentía, dulzura pasión y armonía, hasta el día de su muerte corazón rebelde en osadía.

 

Almas conectadas a lo largo del tiempo, quizás puro tormento, corazones ambulantes pensándose a cada momento.

 

Un día mas, un insomnio atrás, siempre  abriendo la ventana a un nuevo despertar, abre los ojos pequeño corazon ambulante tu naciste para poder amar.

 

 

 

Jordi Etresi