Parecía una ola imperceptible, mas
percibí que ibas trazando distancia
fuimos viéndonos separados
lo que exactamente mide
de tus ojos a los míos, la distancia.
Yo, lividez de gota de agua en las encinas
pese al dolor del pecho y del insomnio,
quedamente fui midiendo tu silencio
tu indetenible camino al arcano
-y en el fondo estaba haciendo lo mismo-
Tu mano iba soltando la mía,
tus palabras escasearon, y sus ecos;
ibas prescindiendo de mis ramas
mi presencia, mi sombra y mi sueños.
La magia, la veía, se iba esfumando
la espera era aguda, tensa, efímera,
ya no más ilusión, arrobamiento, encanto;
el cansancio, el silencio, la distancia
y los adioses, lúgubre señal:
si el amor camina lento
camina, no se eleva contigo y no vuela
es solo una roca entre las flores,
y así iba a quedar,
y así miraríamos un florido cementerio
sobre aquello que no llegó a ser, no llegaría,
porque nunca nació para ello.
Bolívar Delgado Arce