alupego (Ángel L. Pérez)

VAHÍDOS DEL CORAZÓN

 

Lenta la vida se aleja,
de la fuente que la anima.
Entre sueños anda perdida,
buscando un lugar mejor.
Cuando se cruza el amor,
va rompiendo las cadenas,
que la tenían cautiva.
Liberando su dolor.

El viento se enamoró,
de las flores que rozaba.
En cada aliento besaba,
cada perfume y olor.
Y como un corcel alado.
Lleva en su grupa el sabor,
de cada cuerpo azotado.
Caricias de viento son.

Reliquias de los recuerdos,
en algodón acolchados.
Sujetos con hilo de oro,
en lo profundo del sueño,
Prematuramente presos,
con barrotes de deseo.
Con carceleros atentos,
vigilando cada gesto.

Recuerdos que son tesoros.
Que en su latente agonía.
Van hilando la madeja,
que contiene cada vida.
Algunos se desvanecen,
como pompas de jabón.
Otros a fuego grabados,
son parte del corazón.

Lentamente se deshacen,
los sentimientos dormidos.
Que como besos furtivos.
Vacuos se alejan sin nombre,
sin pasión y sin destino.
Brisa invisible y efímera,
que se queda en el camino.
Ausente, sin sacrificio.

Como chalupas flotando,
por la rivera del sueño.
Navegan las fantasías,
que va recreando el anhelo.
Y la perfecta armonía,
entre el sueño y el recuerdo.
Va forjando día a día,
cada sutil pensamiento.

Temores en el zaguán.
Que no se atreven a entrar,
en el fondo del deseo.
En la existencia se apilan,
atrasados sentimientos.
Que van rotando sin pausa,
como molinos de viento.
Rescoldos de antiguos miedos.

Siembran la duda constante,
los pensamientos inciertos.
Bailando sobre la mente,
para no romperse dentro.
Una voz de pura seda,
se conmueve ante el instante,
en que nace el sentimiento.
Amor sin techo ni suelo.
A.L.
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