Me acosa sin piedad con su castigo
oficia de constante carcelero,
y soy de sus designios prisionero
sin muro que interponga por abrigo.
Me busca cual si fuera eterno amigo
se porta como osado caballero,
me embauca con astucia y lisonjero
se obstina deseando estar conmigo.
Me dejo seducir por sus encantos,
claudico libremente a sus excesos
y acepto no evitarme sus quebrantos.
En él, ya mis sentidos quedan presos,
me enfrento sin temer a sus espantos
si me hace ya cautivo de tus besos.