alupego (Ángel L. Pérez)

VIDA QUE SE AVIVA

 

Háblame bajito,
que el grito me frena.
Cántame bonito,
que el cantar me eleva,
hasta el infinito.

Ábreme los brazos,
para darme vida.
Bésame despacio,
que la prisa agota,
la emoción vivida.

Mírame en el fondo,
de la vida misma.
Que con tus pestañas,
me bese la brisa.

Cuéntame tu historia,
con calma y sin prisa.
Que tu voz me arrastre,
a tu bella sima.

Tus canciones sueñan.
En mi amor transitan.
Y cada destello,
de tus bellos ojos,
mi vida culminan.

Háblame en silencio.
Que tu gesto explica,
mejor que en palabras,
lo que a ti te anima.

Y en la noche clara,
de Luna ambarina.
Besaré la almohada,
que bordó tu risa.
En la noche clara,
donde el tiempo es vida.

Abre tus entrañas.
Para que mi sangre,
navegue en la tuya.
Y el calor de una,
a la otra de vida.
Arrastrar mi esencia,
junto con la tuya.

La voz se ha quebrado,
al sentir tu ausencia.
Como quiebra el tiempo,
la propia existencia.
Y al volver mis ojos,
sobre lo querido.
Las lágrimas fluyen,
como níveos ríos.

Suena la melodía,
de aquellos recuerdos.
Y el vello se eriza.
La piel cobra vida.
Y los ojos miran,
hacia los adentros.
Sin pausa, sin prisa.
A.L.
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