Te adivino, amante invisible
de mis dias con destino incierto,
raudo como el viento te presiento,
volando con tu magia increible.
Te miro dormido, eterno amado,
mis dedos acarician tu frente,
despiertas de manera diferente,
me abrazas cariñoso y osado.
Te veo volando en mi mundo,
jugando con mis locas fantasías,
besádome, sedente y callado.
Te siento, en la piel y el aliento
de sensuales besos estás hambriento,
te sueño, cual compañero amado.
Maria Hodunok.