Qué bello sería un mar sin mi llanto
donde el agua fuera agua del olvido
y que el aire fuera aire con sonido
donde el sueño enciende mi mejor canto.
Qué belleza tu silencioso encanto
porque el agua acaricia con sentido
el sagrado calor de nuestro nido
donde la dicha nos atrapó tanto.
Bello sería el fuego de la vida
cuando su gran amor la sostuviera
sin estar afligida y escondida.
Sometida en la distancia perdida
al grito forajido que te nombra
con la voz que me llama arrepentida.