No tengo miedo porque no creo en dios;
No pido, no ruego y tampoco agradezco porque no sirvo a un señor,
Pues para temer se necesitan dos,
el que teme y aquel que infunde el temor.
Y como no le temo soy libre de decidir,
Soy responsable de mi propia acción;
Y si por ello al infierno he de ir,
Ábranme espacio que iré con mucha emoción.
El diablo no me quiere,
Porque tampoco le temo a él;
Su tridente no me hiere,
Pues frente a mi esa arma es de papel.
No importa que el rey calavera venga a mí,
O que el egoísta señor del cielo desate su ira sin fin,
No me importan las legiones de ángeles y querubines,
Que vengan con su falsa divinidad a atacarme aquí;
Ni los demonios que se alcen de las profundidades,
Ni aquellos que si temen, ni que te envíen a ti.
Porque yo soy parte del dragón forjador,
Aquel que está más allá de tu dios,
de las fantasías el gran depredador,
soy aquel que trajo la luz antes que el portador,
y a su vez las tinieblas que asustan a ambos.