Humo de incensario.
Ese día hay que tocar las campanas
y hay que hacer mucho ruido
pero que nadie sepa de donde viene
por si hay algunos que se joden vivos.
Tú que te dices misionero de la paz,
deja, deja que corran las aguas
por que tu boca tiene un cascanueces
que han tenido que ponerle alzacuellos.
Deshojas sí, pero solo en tus sueños ,
unos lirios blancos en tinieblas,
y deshojas para unos cuantos,
unas cuantas hojas de evangelio.
Eras pastor, o negrero de almas;
comías sí, hostias de las esperanzas,
y el vino de garrafones, agrio por tus palabras,
revolvías santas pascuas
bajo sotanas de seda.
Y en la tierra de porciones
rociadas con premura
has puesto simientes cortas
entre la sal y la tierra
y los peregrinos lloran inquietos
al ver, pávidos, la insulsez de su cura.
Sí, hoy que toquen las campanas
que yo miraré tu mitra
y veré tu tibieza
y recordaré a Jesucristo del evangelio
porque no eres ni frío ni caliente,......
Y en la puerta de todos
pones escarabajos negros.
Y tú entre medio de los ruidos,
con un orgullo nuevo,
formas volutas rizadas
con el humo de incienso y mirra
y te olvidas, y mucho,
de los que estamos en un cruce de caminos.
Mira un poquito al vecino
y no veas la miseria
que te enraízas en la tierra
buscando la vida nueva.
Simón Abadía