Como el atisbo de un recuerdo
En el que no recuerdo nada
Como una estela difusa
Anclada en mi almohada
Un calor que se desboca
En la cama, como una marejada
Un sabor en el cielo de mi boca
Una ola de paz, que me embriagaba
Esta mañana, cuando despertaba
Aún notaba, la caricia de una presencia
Eran dos almas entrelazadas
Que se devoraban con demencia
Como si no hubiera un mañana
Se mezclaban y fluían, en una hermosa melodía
Acompasada por el tambor, que marca un latir
Como el fulgor del alba que diluye un día gris.