La lluvia, que musicalizaba la nostalgia,
impidió que se alejara de su alcoba esa tarde,
así fue que en la solapa de sus palabras
las caricias viajaron hasta mi pensamiento
allí donde todo es posible
en el altar de mis sueños.
Entonces, en la lejanía, con palabras,
se tocaban y besaban nuestros cuerpos,
tan imperceptible para los incrédulos
tan perceptible para nosotros .
Tan inexplicable e ininteligible para algunos,
pero tan real y verdadero el beso apasionado
de nuestros vocablos.
¡Tan verídicos y concretos
son los labios de nuestros versos!
Irreal , inexistente y vano dicen por ahí,
pero tan innegables y efectivas
las manos de nuestro lenguaje.
Nuestras palabras
se abrazaban en una danza
junto al estallido de sensaciones.
Pero tan increíble ,hipotético
e ilusorio para aquellos
que nunca les han hablado en su piel
con esas voces que están prisioneras
en el silencio de otras bocas.
El idioma del amor
es la realidad que vence a la distancia.