...son las palabras; una marca achurada en el alma,
una sombra planteada en la carne,
una sinfonía en el pecho,
un diagnóstico dibujado en el rostro,
corazones rompiéndose en el cielo,
ángeles escribiendo proyectiles en el espejismo de la retina
de un cuento carcomido por la sangre fecunda en el verbo,
de tocarte los sonetos profundos en la piel
a desvelo de los silencios tácitos en tu estación
donde llueves caricias fecundas en mi paz,
de vez en cuando miro el mar abrir sus ventanas
el marco plateado sacudir su cascára
apretando el zumbido torácico
en las alas amarradas en el vuelo religioso
de mi creencia interrumpida en el grito umbilical;
donde alguna vez soñe respirando sanguíneamente cápsulas atormentando la luz difusa refregadas en mis ojos perdidos y temblorosos sin causa ajena a balbucear estrepitosamente una huella profunda donde los colores y matices explotaron en mi frenésis desenfrenado al abrir el vano al a-mar;
Vacío
Imaginación
Deseo
Amor
Torturas, exilio [Caminar y caerse, predicar el arte de los ruidos]
sonoros, acústicos, tácitos, perennes
hablarte poeticamente al oído
susurrando un delicado verso
desgarrando el alma en un silbido torácico
clavando los músculos con la obra de la felicidad
esculpidas en bocas abiertas entre las sombras
y los ruidos de las hojas de otoño
y el viaje de los colores que sacuden
la vida entre albores y sabores
donde una vez deserte de la conexión secreta de la tumba acuosa
para desenredar la extensión de mis venas
con la escritura latente en mi voz apretada
donde una vez quiso anexar el pasado con el mañana
narrando en sangre omnisciente
los fonemas íntimos con la dilatación del tiempo
y así, concretarse en una realidad presente;
Sintiendo y luego
renaciendo...
(Jesús desaparecío en los treinta y tres, y yo nací aquí, predicando mi alma, mis palabras, mi sangre, y mis alfileres)