La golondrina de mar vuela treinta veces
desde el Ártico al Antártico y muere.
En el transcurso muere.
Quiere descender a la herejía
del no vuelo, escrutar al semejante,
contemplar al cazador
que año tras año aprecia el vuelo.
Se evade: nada en el cielo es cierto,
la tierra con su lirismo de óvalo
da vértigos.
Lo estático desconcierta.
La golondrina acusa: quedas atrás
como una mancha ligera.
Con la cabeza inclinada al cielo,
a menos que estés solo,
no desmientas.
La golondrina de mar
es ese animal siniestro
que escapa,
que se va
y un día vuelve.
del cuaderno Mar de la Mancha, 1992