LA DAMA DE LOS SOMBREROS
Un día más sentada ante su tienda
en el banco que ocupas cada día,
al acecho de aquel que más querías,
tejiendo como siempre alguna prenda
con la que revestir tu soltería.
Te afanas obsesiva en tu labor,
soportando los fríos y calores,
masticando los crueles sinsabores
causados por aquel ingrato amor
que traspasó tu alma de dolores.
Y tan sólo abandonas tu labor
para centrar de nuevo tu mirada,
nostálgica, triste y enamorada,
en el hombre que te juró su amor
para dejarte luego abandonada.
Aquel amor paralizó tu vida,
tu mundo se detuvo de repente
trastornando tu lógica y tu mente.
Y desde aquel, momento tu alma herida
se muere cada día lentamente;
tocada de estrámboticos sombreros,
con vestidos de ciento y un colores,
aislada, insensible a los rumores
de la gente que pasa, a los obreros,
perdida en tus mundos soñadores.
¿A dónde viajará tu turbia mente
enredada en la niebla del pasado?
Quizá volviste a aquel amor frustrado,
el que viviste apasionadamente
y que dejó tu corazón bloqueado.
Atardece en la plaza de Arriquíbar
y cientos de estorninos y gorriones,
te acompañan con trinos y canciones,
en tu triste soledad llena de acíbar
de un amor que mató tus ilusiones.
Y de repente, te envolvió la noche.
Recogiste la bolsa de tus lanas,
una última mirada a la persiana
cargada, como siempre, de reproche
y te perdiste en esa jungla urbana.
Y como en la canción de Mocedades,
(“en todo el barrio te llamaban loca”)
tú viajas sin parar de boca en boca,
sin que entiendan tus tristes soledades
y que es amor lo que te descoloca.
Jose Cruz Sainz Alvarez
Septiembre de 2018