Por advertir, impotente, el contorneo del viento
no me animé a visitar tus praderas.
Ya lejano, hoy debo contemplar el incesante desierto,
y veo que tu imagen se difumina en la arena,
los fragmentos de tu sonrisa me desvastan como duelo.
se calcina en la hoguera de la noche lo ruinoso del desamor,
el horizonte es un destino impropio cuando lo débil alumbra,
no te amaré siempre, sólo hasta transmigrar a la próxima alma.