Nunca supe realmente en que medida
fue un veinte y uno, sábado y primavera;
-Recuerdo o sueño? - riera conmovida.
-Recuerdo o sueño? - un cielo de ribera.
Comienzo de tormenta mi querida
tu desesperación, truenos afuera,
Luego la ruina agreste de tu valle
la carrera, los grillos, la cabaña,
el refugio nocturno que detalle
que trae a ti la hambruna y la cizaña.
Y el alba y los cantares de mi calle
te regresan a mí como la hazaña.
-Habla! - Sabías de un fugaz estío
primaveral en el cerezo rosa
y las flores silvestres del rocío.
-habla! - te callas rígida y penosa.
como tierra carpida hasta el hastío
que aparece de pronto como Diosa.
- Habla! - sigue la traza de tu vela
en tu falda que aún la veo en vuelo
con un cuerpo sutil de una gacela,
en esa boca muda sin consuelo.
Que parece soñar y te encarcela
con que placer me hace hacer el duelo.
Todavía llegaste tan veloz
en el tren te suplico, me hinco y quedo
sobre ti en ese rumbo tan atroz;
te sacudí y te hablé con poco miedo.
Te zaherí, grité hasta perder la voz,
y todavía niegas el enredo.
Jocunda amiga el tiempo pasa... vuela,
cada promesa tuya sin un beso
sin tu palabra tierna que desvela
y por aquel silencio sigo leso.
Quedó la boca que me dijo... cela
y mi labio callado quedó preso.
Claudio Batisti