Me dijiste que querías aprender de mí,
para escribir aquello que quemaba tus entrañas.
Y te enseñé lo poco que sabía.
Me dijiste que querías conocer
la forma de callar y aguantar
lo que sentías,
sin que nadie lo supiera.
Y te enseñé a fingir, sin darte cuenta.
Me dijiste que querías ser un témpano de hielo,
para rechazar la pasión que corría por tus venas.
Y te enseñé a mentir y hasta mentirte,
al negarte mis caricias.
Me dijiste que te enseñara a odiar
para olvidarte de aquel a quien amabas.
Y no pude ayudarte
porque aún te amo.
Rafael Sánchez Ortega ©
09/09/18