La mirada alegre y burlona
del hijo del Greco con su paleta
y pinceles aunque nunca pintó un
cuadro, muy cerca el San Jerónimo
penitente golpèándose el pecho del
escultor siempre caído en desgracia
Pedro Torrigiano, y al otro lado de
Lucas Cranach el crucificado
con los dos ladrones gordiflón
el malo como un bebedor bábaro, esbelto
el buen ladron, el noble teutón que encargó
el cuadro no viste como el centurión que
aplicó vinagre en la herida del salvador
lleva armadura de caballero teutón,
una cartela sobre la cabeza de Cristo
dice Ëste es el verdadero hijo de Dios
fuera del museo, los pintores venden
sus obras a la sombra de los maestros,
y todos somos hermanos en la creación.