Esa mañana de octubre
del día que te vi partir,
te llevaste de nosotros
parte de nuestro existir,
tu alma levantó vuelo
al eterno porvenir
abandonando a este mundo
al que venimos a sufrir;
mi madre a tu lado estuvo,
todos rodeándote a tí,
lamentando tu partida,
llanto, lágrima y gemir;
es un dolor que en la vida
no se puede describir,
es ese dolor que llega
para no volverse a ir.
ahí no valió la experiencia,
ni los logros al vivir,
ni todos los sufrimientos,
o el amar sin desistir
aunque el destino en la vida
te haya hecho sonreír,
cuando la muerte te abriga
como el pasado se ha de ir
el amor que recibiste
desde que fuiste formado
desde el día que naciste
y en todos tus cumpleaños.
Cada triunfo que has tenido
y cada meta alcanzada
no te valdrá ni un centavo,
ni te resolverá nada.
Así que desde ese octubre,
he cambiado mi mirada
aunque en lo que a mí concierne
y con respecto a tí, mi padre,
motivos de arrepentirme
no tenga yo casi nada
solo vivo para alegrar
los días de mi madre amada
por si tiene que seguir
tus pasos una mañana,
cual la mañana de octubre
que fue elevada tu alma.
Y un día también volaré
al encuentro de tu mirada
que junto a Dios estará
alumbrando mi morada.