Hay voces viejas.
Y voces nuevas.
Hay voces sabias,
que siendo viejas.
Se han adaptado,
a la nueva senda.
Y hay voces nuevas,
que tornan viejas.
pues no responden,
a lo que se espera.
Hay bellas caras.
Y caras feas.
Hay bellos rostros,
que no se aprecian.
Vienen de dentro.
Salen afuera.
Y hay poca gente,
que se de cuenta.
Cuanta ceguera.
De aquel que ve,
pero no observa.
Que solo mira,
a través del otro.
Que no hace caso,
a lo que contempla.
Que gozo el verte,
dijo la pena.
Cuando el de al lado,
se acercó a ella.
Que pena da,
cuando la pena.
Se encuentra sola,
sin una mano.
Que alguien la tienda.
Como se oculta,
la vida entera.
Cuando no hay nadie,
que te comprenda.
Que una mirada,
no se detenga.
Mire escondida,
trás su trinchera.
Y en el camino
de la existencia.
Solo unos pocos,
miran las flores
de las cunetas.
No se detienen.
No se recrean.
Caminan rectos,
con orejeras.
Vacíos por dentro.
Llenos por fuera.
Tiempo que pasas.
Tiempo que apremias.
Tiempo sin tiempo,
para ofrecerlas.
Mágicas manos,
que dan licencias.
Besos que limpian.
Besos que enseñan.
Brazos que abrazan,
que abrazan penas.
Haciendo suyas,
las penas nuestras.
Cuanta belleza,
está en la sombra.
Cuanta belleza,
la que se enseña.
Y si se busca,
siempre se encuentra.
Como arrebatan,
mis sentimientos.
Las flores bellas.
Aguas cantoras,
que alegres fluyen.
Que nos refrescan.
Que vida crean.
No se detienen,
en su andadura.
Que no protestan.
Porque su sino,
es regar la tierra.
Vivir sin miedo.
Humedeciendo,
las bocas secas.
Quiero unos labios.
Que besen dentro.
Que no sea un roce,
como de viento.
Que crezcan flores,
de sentimiento.
Y al ver a solas,
la pena mía.
Susurren voces,
que la mitigan.
Dame una idea.
Mirada sabia.
Mírame dentro.
Que tengo frío.
Bébete el jugo,
de mis adentros.
Dame un suspiro,
para saberlo.
A.L.
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