Desde el primer violín
fluían rosas perfumadas,
avanzando el concierto
la pianista volaba.
El avión
era un submarino de cristal
pudiendo divisar
como lunas, navegantes, sonreían.
La batuta lanzaba atormentadas burbujas
con cientos de arcoíris iluminados,
así la orquesta de sueños flotaba
en medio del bosque de astros.
Los ilusionados pasajeros,
animales extintos,
cantaban primaveras,
enloqueciendo de paz.
¡OÍD!
Qué lazos.
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