Le temo a la mentira…
Al artificio malévolo de la hipocresía.
Me alejo de la espada, y de la lengua,
del veneno ponzoñoso de donde brota la simiente corrompida por su esencia.
No quiero que te acerques ser de malsana mirada, y de crudos escrúpulos…
¡No te atrevas ni a soñarle!...
¡Aléjate eternamente inicuo!
Ve, refúgiate en el limbo de tu conciencia y,
espera…
Espera atento, a que llegue tu escarabajo…