Rafael Escobar

\"ROMANCE DEL AMOR CALLADO\"

 

La vieja terraza conserva prendidas

aquellas historias de dulces ensueños

que fueron las teas con luces de plata

que dieron a mi alma tan bellos momentos.

 

Surcaba los aires con tierna inocencia

mirando el camino con ojos inquietos

vestida de seda vendría la niña

con trenzas doradas de rubio cabello.

 

Camina sonriente con rumbo a la escuela

sus ojos brillantes parecen de cielo

de forma coqueta levanta su vista

dejando su rayo de hermoso lucero.

 

En una poltrona de mimbre tejida

sentado a mi lado se encuentra el abuelo

tocando mis hombros jocoso comenta:

¡Está enamorado mi joven mancebo!

 

Nacían las rosas, pasaban otoños,

corrían los años en alas del tiempo

del niño de antaño las huellas se pierden

y sigo esperando la niña del cuento.

 

Crepúsculos tristes cobijan las tardes

y llenan mis ojos de dulces anhelos

espero de pronto mirar la mocita

vestida de blanco que trenza mi sueño.

 

Y siento los vientos que azotan los campos

y escucho gemidos del olmo y del cedro

que aguardan pacientes sentir la fragancia

de aquella quimera con lindos destellos.

 

La fresca amapola se había marchado

envuelta en sus gracias de mágicos pétalos

y solo pensaba con rostro abatido

que nunca le dije mi amor tan intenso.

 

Un día de tantos regresa la fémina

y viene del brazo de gran caballero

sentí en mis entrañas un frío terrible

al ver en su rostro de amor el reflejo.

 

Bajé la cabeza tratando ignorarla

mi sangre corría con intenso fuego

mi cuerpo temblaba repleto de fiebre

lo estaban quemando la angustia y los celos.

 

Venía con falda de roja mezclilla

bordada su blusa con hojas de trébol

dolor infinito sintieron los lirios

aquella mañana tan fría de enero.

 

Con grande tristeza brotó mi murmullo

que dijo: perdiste guardando silencio

dejaste marchara tu grácil doncella

y ahora que vuelve su encanto es ajeno.

 

De aquellas memorias cubiertas de flores

tan solo me quedan sus pálidos velos

grabando en mi sangre con letra indeleble

aquellos delirios de amores primeros.

 

La vieja casona se encuentra destruida

cubrieron sus prados los cardos y cierzos

y siempre que llego me quedo mirando

con ojos nublados el viejo sendero.

 

Autor: Anibal Rodríguez.