Ahora te recuerdo
con esta elegía,
no me siento bien,
por faltar a la palabra mía,
dejarte pesar,
para mi es una agonía,
te escribo versos con
premeditación y alevosía;
chiquilla gaditana quiero
que te rías,
que aquella tristeza
se transforme en alegría,
que la risa te haga tener
agujetas, desearía;
por dejarte sin
vivacidad aquel día,
me ha caído la maldición
de la “bruja avería”,
una sonrisa tuya
me bastaría,
y este malestar
se atenuaría,
pues ahora soy monje
recluido en una abadía.