El destino sin preguntar nos unió
Y nos llevó por el camino de un desafío.
Fuimos aguas turbulentas del mismo río
Y calor del atardecer del estío.
El destino después nos arrastró
y sin consultar nos aventó
A cada uno por una senda diferente.
Fuimos el capricho divergente.
A ti te arrastró como a las hojas del otoño
Que el viento del arrastra sin compasión.
A mí me lanzó con fuerza, fuera del camino.
Sin un destino fijo, sin concesión.
Al ver tu imagen alejarse de la senda
Sentí que la tierra se hundía
Bajo mis pies vi un vacío que se perdía.
Y caía sin poder agarrarme a la vida
Nuestro fatum nos impone condiciones
Que tienen que cumplirse
Sin apelaciones, sin murmuraciones
Es ley estricta e inflexible.
El sino con su poder sobrenatural
inevitable e inexorable
nos impone condiciones
que puede ser necesaria o fatal.
Las sentencias hay que acatar
En las inapelables agonías del ser
Buscando surgir al despertar
Sin tener que envejecer.
Autor: Antonio Encinas Carranza
De: Lima, Perú.
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