Esta vez no debieras descolgar el teléfono,
te llamarán y sólo
conseguirán ponerte en un apuro:
que si enviarme flores,
que si llorar,
que si hacer un elogio y publicarlo mañana en un periódico,
que qué asco esta vida;
no debieras
asistir a una farsa en la que todos
-amigos y no amigos-
te mentirán un pésame.
En realidad tú sabes
que hace tiempo te dije que había muerto y dónde estaban
mis libros,
mis poemas,
lo único
que te dejo en herencia porque en ellos
estáis todos vosotros.
Y vosotros sois tú, mis dos hermanos, mis hijos y mi nieto.
Despídeme de todos
y que nadie
se entere de que antes,
solamente a un segundo de expirar
tuve miedo.