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Al más amargo de los ostracismos
condeno al hombre viejo y sin querencia
él que no supo estar a la altura
de circunstancias de lesas conjeturas
su mente devino mortal para allegados
él que vertió gotas de aceite
a un fuego todavía no extinto
nada le doy ni digo ni protejo
es su clase la de los perdedores
condeno al hombre viejo y sin querencia