De azul y oro en la fontana...
la triste doncella en su tibieza
se nos muestra,
por el canto caprichoso
de la alondra...
una primavera de plata
se entretiene,
se nos vence
vulnerada en sus espinos...
en el dardo desnaturalizado
de la tarde,
de sus andanzas primigenias
de pobreza, sus loores
mansamente me embelesan...
en la copa cristalina del olvido.
Oh belleza...
apenas triste y desbocada,
en el éter incorpóreo
de la vida,
Artajona se nos muestra
esplendorosa...
en el marco descuidado
del camino.