Desde el silencio cómplice de los cobardes
y bajo el escupitajo que derrapa por mi rostro
puedo contemplar de tarde en tarde
el dolor que como vida has adoptado,
se me llenan de ansiedad las manos
y acaricio tu estupidez, disfrazada de inocencia
mientras acumulas el culo para la próxima patada
pues ya se hartaron de darte de bofetadas
Se avienen proxenetas
a predicarme resignación
conjurados lacayos de la muerte
que me doblan la testuz
para ser un peldaño al pie de una cruz
y me enseñaron un dios crucificado
amenazándome con infiernos
que me hicieron vivir;
conjurándome que ya acostumbrado
un tormento eterno ya no era un problema
Y allá en la ladera un cristo de madera
tiende sus brazos a los horizontes
mientras con hachas y cierras
cercenamos sus bases
y en silenciosa respuesta
desde sus raíces pare nuevos brotes
y me repite mil veces la lección
pero me sigo creyendo el redentor
y destrozo la flor
procurando a mi rostro artificial color
Me vinieron a derribar los muros de ladrillos
cuando me habían construido jaulas en la mente
y en el corazón
Me dijeron que el leer libera
pero me dieron la interpretación
de lo que iba a leer como lección
y cuando bajé mi cabeza a leer
me colocaron un cencerro
que ahora me parece
que me da estilo y sexapil
Me dijeron que era la imagen del Creador
pero me enseñaron que era imperfecto
y que para ser feliz
debía comprar mil pendejadas
con la moneda acuñada con mi vida
y mi tiempo para joder
Y aprendí a escribir pendejadas
que nadie viene a leer
en una masturbación mental
que nadie comprenderá,
que me desahogará
pero nadie asimilará