alupego (Ángel L. Pérez)

VERDADES DE PEDERNAL

 

Como un rayo atravesó,
la carne del pensamiento.
Y en esa profunda grieta,
quedó atrapada la idea,
abrazada al sentimiento.
Rayo de fuego y de luz,
que cauteriza la herida,
que sangra en el interior.

Vientos de gritos y voces,
rompiendo el denso silencio,
que agazapado se encoge,
con miedo en el corazón.
La calma se quedó sola.
Y una sutil melodía,
solo vibra al derredor.
Quiso hablar sin ser oída.
Y atrapada se quedó,
entre el sueño y la vigilia.

La verdad nace sin vida,
en el duro pedernal.
Y en su inerte consistencia,
la verdad más pura es.
No es más verdad si es carnal,
en su vívida existencia.
Que se ensancha y se contrae,
al albur de la conciencia.
Y al intentar renacer,
en la mente recreada.
Por el mundo dando tumbos,
va siendo vapuleada.

Sombra chinesca que oculta,
la verdad que la proyecta.
Temblores de la emoción,
que delata su presencia.
Murmullos que son la voz,
que intenta salir a fuera.
Versos que al querer salir,
en el silencio se quedan.
Notas mudas de dolor,
que quisieran ser canción.

Atardeceres sin Sol,
que las sombras alimenta.
Amaneceres sin Luna,
que quieren ser como el Sol.
Y presos en la penumbra.
Palpitan los corazones,
queriendo ser Sol y Luna.
Luces y sombras se alternan,
en un carrusel sin fin.
Y al tratar de definir,
las verdad que los ocupa.
Va oscureciendo la luz,
y la sombra se ilumina.

Torrentes son las verdades,
que alertan a la razón.
Desbordando las riveras,
donde nada el corazón.
A.L.
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