Hoy sé de donde soy
mañana no sabré donde estoy
ni el sol será como era
en los parajes olvidados
donde habitan los pájaros,
las torres sin campanas
seguirán calladas sobre
el caserío blanco.
Esas viviendas donde nadie vive
son solo memoria, allí no hay
ni fiestas, ni llantos
ni risa ni besos, todo está vacío
no se oyen pasos, ni voces
ni un triste maullido de gato.
La ermita estará como la última vez,
en una penumbra acogedora para
los solitarios y extraviados.
Ya no hay bodas ni duelos
y la pila del bautismo está seca
ese silencio es más silencio
sin el llanto de un niño.