Delicioso manjar que se escabulle por debajo de las sábanas,
alimentando la sequedad que se dispersa en mi.
Perdiendo el equilibrio de las emociones,
embriagándonos con pasiones,
rozando y rozando, hasta acabarnos.
El habano que llevas impregnado lo dejas en mis labios,
y te marchas.
Veo tu donosura a través de la persiana que esta tan lejos, y a su vez tan cerca.
El alhelí que conforma tu patio adorna tu beldad pura.
Mi atenea del olimpo,
me seduces, alterando mis sentidos lascivos
cuando pasas con tu uniforme de camarera,
a las seis treinta montada en la moto de tu insípido novio.