Y que al profundo abismo caiga la luna,
que el sol se apague,
que las demás estrellas se borren
y que la esperanza en tinieblas se hunda
y muera desesperada en su tristeza implacable,
si el mar se seca
y en fuego eterno la tierra arde,
en quieta calma dormirá mi conciencia
sin importarle
la savia con que florezca el día
o la tortuosa agonía en que muera la tarde.