Obtuve
al monedero de la razón,
incluso al azar,
que pasó a ser una plegaria
en la iglesia
de mis valores espirituales,
y luego,
como si fuera mi pensamiento
una cortina de opio,
recordé al humo
escapando de mi infierno
hacia la vida,
todo fue
a redoble de tambores
con sacerdotes,
sobre las aguas azules turquesa
de mis mares habituales
y con viento de primavera.
Comentario de autor: Para conocer a Jesús, hay que jugar en su equipo.