Carlos Eduardo

S Ú P L I C A

 

Viajera hechizada

llegaste al final

donde habita el silencio;

quiénes se harán de lo tuyo;

tu variada existencia se deshizo,

qué dejas: 

obras y cosas,

uno que otro recuerdo

de quien tempranamente olvidará

con su propia muerte;

así el mundo termina

y vuelve a comenzar para otros.

 

Caminaste por ese sendero

dulce y amargo,

remando;

las huellas desaparecieron

definitivamente,

la felicidad se había de derrumbar

frente al acantilado profundo;

qué obtuviste con las promesas cumplidas:

horas perfumadas de dolor al oír

el viento de la nada

rozando tu espíritu absorto en la fantasía.

 

La sonrisa se desintegró

en tu rostro de bella melodía

de los aromas más sutiles del universo

y los ecos apagados de tus pasos, sucesos y besos

nunca alcanzaron destino.

 

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VIDA Y MUERTE DE TRISTES Y ALEGRES ELEFANTES PRIMAVERALES