DEMÓDOCO

BAJO «ASEDIO MILITAR» (1987)

 

Con mi esposa italiana Carla Pomárico Barra

(Noviembre de 1987)

[Narraciones de Claustro Universitario y Extramuros Académicos]

«Sin armas letales, los militares son aves de corral. Dotados de pertrechos de guerra, los oprimidos sus verdugos»

Por Alberto JIMÉNEZ URE

En Mérida-Venezuela, quienes tienen menos de 30 años no supieron de la violencia «civil-militar» que nosotros experimentábamos. Las protestas se sucedían casi diariamente, en áreas próximas a instalaciones de la Universidad de Los Andes y avenidas. Uno de los episodios que más recuerdo fue el relacionado con el asesinato de Luis Carvallo Cantor, el día cuando celebraba la culminación de sus estudios de ingeniería [con sus compañeros, en una de las tradicionales «caravanas», el 13-04-1987] Se detuvieron entre las calles 31 y 34: para danzar, beber y orinar.

Cuando Luis lo hacía en el umbral de una de las casas, de ella salió su propietario con una pistola [el abogado Bernardino Navas]  Le disparó, asesinándolo en el sitio. En pocos minutos los jóvenes universitarios se concentraron en el lugar para demoler la residencia del criminal, que previamente fue saqueada y sus muebles colocados en la calle. También el vehículo del agresor sirvió de hoguera. Yo vivía muy cerca del lugar, en la Calle 35 [Sector «Glorias Patrias»]  Esa noche y los días siguientes se escuchaban numerosas detonaciones en el centro de la ciudad, porque lo ocurrido desató una auténtica rebelión estudiantil contra la cual no pudo la Policía de Mérida ni la Guardia Nacional. El gobernador Carlos Consalvi Bottaro pidió al Presidente Jaime Lusinchi que enviase tropas del ejército, con el propósito de frenar los disturbios y saqueos de empresas privadas. Se decretó Toque de Queda y suspendieron «garantías constitucionales». Un comunicado del gobierno informaba que sólo médicos, enfermeras, bomberos y comunicadores sociales podían transitar libremente por la ciudad.

Yo tenía una credencial de la «Oficina de Prensa» de la Universidad de Los Andes, pero evité ir hacia el Rectorado porque quería cuidar a mi esposa y resguardar nuestro apartamento. Pocos días después de la muerte de Cavallo Cantor, bajé con mi esposa del 04 piso hacia un restaurant de un argentino amigo [funcionaba en la planta baja] Necesitábamos comer. Me identifiqué como funcionario de Prensa de la ULA, pero, a los militares no les importó. Los «cazadores» de las FAN nos impidieron comprar alimentos y nos dispararon perdigones, sucesivas veces, obligándonos subir de prisa. Afuera, más soldados disparaban balas de fusil contra las paredes y balcones del edificio. Quedaron severamente deterioradas, nosotros incomunicados, en situación de confinamiento y sin comida.

En el curso del resto del año, la violencia política continuó. Y los ataques-represión de los «cazadores» también. El mes de Noviembre, Carla tenía 05 meses de embarazo. Fuimos, de nuevo, atacados con perdigones en la mezzanina.

-¡Malditos! –les grité-. ¿No ven que ella está embarazada?

-Si no corren, les dispararemos balas de plomo –fue la respuesta que me dieron.