Amigos, la voz del tiempo aconseja
de forma infalible, tan acuciosa,
abandonar la ruta de la queja
y de la perdición que es espaciosa.
Ser sencillos como aquellas palomas
que buscan el pan en cada mañana,
y hasta parecen aladas redomas
posando sus patas por la ventana.
Amigos, reunidos como en cónclave
podamos todos ser solamente uno,
como entre la parvada vuela el ave
sin temor a herirse en temprano ayuno.
Celebremos con brazos muy abiertos
el gozo que ahora tan bien nos llena.
Y estemos de esperanza y fe cubiertos
como cubrióse aquella Magdalena.
Celebremos la dicha y el sosiego
que ahora atesoramos gratamente
cuando los años ya en total trasiego
nos cambia poco a poco, lentamente.
Gocémonos, y que el tiempo oportuno
nos reuna jubilosos como ahora,
pareciendo multiplicando en uno
del uno al nueve en la calculadora.
Amigos, hoy mi corazón palpita
sintiéndose con incólume alegría.
La voz del tiempo, o enmudece o grita,
o es un ave que por el cielo andaría.