Ella le dice
que dejó a su novio
por él.
Que llevan muy poco
tiempo juntos,
\"y me haces esto.
¿Tienes idea
del daño
que me estás
haciendo?\".
Él le contesta
que se está equivocando.
\"Te juro
que no estábamos haciendo
nada malo\".
Haciendo
nada malo.
Palabras
que rebotan
en las paredes cóncavas
de su cerebro.
Ella niega
con la cabeza.
Coge una estatuílla,
las tres gracias,
de la madre de él
que vale
mucho dinero.
La va a romper
si la compraron
en un todo a cien.
Al final desiste
y la deja en su sitio.
Da media vuelta
y se dirige
por el pasillo
a su habitación.
Él la sigue intentando
disimular su nerviosismo.
Accede a la habitación
y ve la cama deshecha.
Retira hacia atrás
las sábanas y mira
la cama de matrimonio.
Con claro menosprecio
le dice que es un cerdo.
Él le replica
que no sea
paranoica.
\"Ya sabes
que nunca
hago la cama\".
\"Entonces eres
un vago,
un dejado\",
piensa ella.
Sigue husmeando.
Le pide los condones.
Él duda entre cogerlos
o dejarlos donde están.
Abre un cajón,
saca una caja
de Durex
y se los da.
\"Deberían quedar
siete. Dos,
cuatro, seis...\".
Sacude la caja
boca abajo.
No cae nada.
Mira dentro.
Mete los dedos
y extrae otro.
\"Siete, dime
la verdad,
¿lo hicistéis
a pelo?\".
Él lo jura.
Ella le cree.
En poco más
de media hora
solo quedan seis.