veo la palabra que no dice tu boca entreabierta,
me gusta que me dejes guiarte
al camino donde esta la luna
y los álamos sucumben a las notas
de una canción enamorada;
Eres tan dulce como la flor
que abre su capullo
esperando ser absorbida por una abeja
enamorada de la miel.
Tu mano recorre montañas, selvas húmedas
y tu cuerpo se transforma salvajemente
en un perro hambriento,
acechando, lamiendo, mordiendo
y su acechanza llega imperiosa,
dejo de guiarte,
para convertirme en tu esclava
y dejarme llevar por la sombra
incalculable y descubierta de tu cuerpo
hacedor de caricias, y así
veo tu cuerpo enredarce en el mío;
crecen y enmudecen, se aventajan
me rozas con mil manos y bocas mojandome,
siento tu deseo, tu cuerpo húmedo
tu roce que es mi roce,
subes por mi cuerpo, te conviertes
en mi boca que besa la tuya
y cae en mí y llega hasta tí.