Noche y día hay en mi alma,
ancla de sueños que huyeron
y de otros que llegaron más serenos,
o más endurecidos como montañas.
Mi alma se ha colmado
de fervor y de rechazos, nido
de ilusiones sin destino.
Paz sin mañanas, consuelo helado.
Hoy mi corazón es presa rosa
en jardines lejanos.
Fugitivo está mi pensamiento vano
y sereno entre las sombras.
Pero en el horizonte callado
lentamente crece el gozo pleno
de tu rostro, con luz de lento
amor y paz. Sin miseria ni espanto.
¡Ah!, te miro entre mi sueños
como quien avista en la penumbra
un lucero lejano, y se desnudan
en tu luz mis deseos.
En el camino sin destino aguardo
en vano. Preso soy de lontananzas,
¡pero solo tú derrotas en mi alma
la bestia feroz del desencanto!