Y hechizada ella,
llevaba
en su alma fantástica,
los signos verdes
de la muerte,
no sólo
uncida a la propia,
sino
de lo que ha amado;
daría lo mismo
que hubiese sido
o no,
pues el mundo
lo olvida,
también,
él se borra,
ocurriendo
como si nunca
nada haya existido;
es la muerte
transformada
en nada.
Sin comienzo ni fin,
sin: recuerdos,
vestigios, trazas,
tiempo, contenido ...
Nada de nada.
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ELEFANTES, PUNTOS EN EL INFINITO