Cuando la energía del cielo
descargue su locura eléctrica.
Cuando la ebriedad de una lluvia sin fronteras
y truenos implacables desaloje el silencio.
Cuando llamas azules y nubes como sombras
amenacen la Tierra, las aves expectantes,
aléjate de objetos elevados,
no te quedes en el agua.
Arroja el metal y tus zapatos
si tienen suelas con clavos.
Acuclíllate y mete la cabeza entre las piernas
si estás a la intemperie.
Si te hallas bajo techo
no enciendas la radio ni llames por teléfono.
Refúgiate en el centro de la habitación más baja,
lejos de la chimenea.
Y no olvides
que este bello espectáculo de la naturaleza,
protagonizado por millones de saetas incendiarias,
es apenas un tímido reflejo
de esa otra tormenta que nos mata.