Alma Rosa Marteño

ABANDONO

Frente a mi complacencia el tiempo se asoma,

me saluda, se burla, me la mienta.

Exhuma los abriles,

aquellos que eran suficientes

para morder dragones, construir obsesiones,

descalabrar la fe.

Me recuerda cuando recién paridos

- paridos en libertad, tierna libertad-

urgíamos los caminos a pie limpio,

ansiosos sin destete

ebrios de cariño moríamos.

En pocos lustros pendía nuestra experiencia,

nos sentíamos llenos, enormes.

Enormes y estúpidos dando la cabeza,

las entrañas, en cada derroche.

Sin amagos aventurábamos el cuerpo,

las caricias, todita el alma.

¡Sentíamos a lo grande

en cada respiro

tragábamos canciones¡

A veces mordíamos el polvo

-muchas veces-

pero nada quedaba para la siguiente noche.

El grito de la aventura nos apuraba,

servíamos para adorar la vida en travesuras,

todo se daba así, al natural, sin terapias.

Sumando años la vida se entiende diferente,

se nos vacuna contra la imprudencia,

se nos da seso, modales,

¡vaya, nos hacemos decentes¡

Centramos la fuerza en ricas visiones,

en negocios preponderantes,

el amor a tasa fija y sin intereses.

Se nos enseña que madre es madre

y no la chingada,

se nos deja huérfanos.

Vacíos de humildad

la suerte,

la alegría,

también nos desampara.