Tengo las manos atadas,
el corazón siento preso,
fué una sola mirada...
ni siquiera hubo un beso.
Prisionero de tus brazos
encadenado a tu pelo
tus labios son mi colapso
y tus ojos son mi duelo.
Agazapado en mi pecho
escondido entre mil velos
hundiéndome en el respeto
sollozando mi anhelo.
Remolinos fantasía,
torbellinos de deseo
enturbiando mi conciencia
ansiando lo que quiero.
Cada idea y pensamiento
a rebufo de tu cuerpo
cada minuto despierto
cada segundo que sueño.
Retrasando lo evidente
con afán y desespero
oculto entre tanta gente
sin decirte que te quiero.
Respetando tradiciones
que me duelen en mi fuero
y sufriendo desgarrones
que me destrozan por dentro.
Feliz que sea tu vida
aunque yo muera de celos
que sonrías cada día
y que yo pudiera verlo.