Aquella mágica
canción de Arcángeles,
Tiempo o Pretérito era.
Atardeceres y ocasos subyugantes
Y Eternos.
En la letanía borrosa de tus rasgos
que ya no recuerdo..
Miraba, ayer lo hondo en la nieve
de tu Ausencia impiadosa.
Te sabía
de memoria, Amor Contrariado..
El sol era explosión de la certeza del
Ser, en tus huellas.
Huellas que hierven en tu presencia ya extinguida.
Huellas que escuchan la próxima noche,
estampada en audaces y negras nubes
y herméticas como el Destino incognoscible
que nos aguarda sin dádivas ni prisa.
Veo los gorriones de esta Primavera
resguardarse en aquel abedul
color de cielo,
sus ramas quebradas aún
y de espuma doradas y crujientes sus hojas.
Y entro a la Vida…
Quisiera que este canto distante
que anida glorioso hoy en mi alma,
reviva horas y lenguas muerta
que eche puñados de tierra fértil,
en mis amores,
mientras ,
mi corazón sobrevuela los cielos.
Y que el brillo hechizado
de tus ojos sin color
sea el fulgor cercano de tu recuerdo en alegría.
Alegría, que hoy golpea, ladina y atrevida
mi puerta…
no ya cerrada
con viejos y gastados goznes…
Mi Puerta está apenas,
hoy,
entreabierta.