Que me envuelva una gran paz,
que me estremezca tu mirada;
pues mi alma es hermanada
por Ti, en la alegre soledad.
Ya no temo el silencio,
no temo ya la inmensidad;
pues, te siento amablemente
envuelto en la alegre soledad.
¡Oh dichosa Bendición!
que me miras en la oscuridad,
me hablas en el silencio,
me acompañas en la alegre soledad.